La situación humanitaria en Gaza alcanzó niveles críticos. La ONU alertó que más de 14.000 bebés están al borde de la muerte inminente si no se permite el ingreso urgente de alimentos. La crisis se agrava tras más de 50.000 muertos —en su mayoría mujeres y niños— y la destrucción casi total de viviendas e infraestructura en la Franja.
En medio de una nueva ofensiva israelí llamada “Carros de Gedeón”, el primer ministro Benjamin Netanyahu reconoció que el objetivo es tomar el control permanente del territorio. También admitió que los ataques están forzando a los palestinos a abandonar Gaza: “No tienen a dónde volver”, declaró.
Frente a esta escalada, Reino Unido, Canadá y Francia condenaron con firmeza la operación militar y exigieron un alto el fuego. Incluso el Reino Unido suspendió las negociaciones por un acuerdo comercial con Israel, mientras líderes europeos calificaron la respuesta israelí como “desproporcionada”.
Mientras tanto, la ayuda humanitaria continúa prácticamente bloqueada. De los 500 camiones diarios que entraban antes del conflicto, el lunes solo se permitió el paso de cinco. Israel justifica las restricciones argumentando que Hamás se apropia de la asistencia, aunque organizaciones internacionales lo niegan.
Dentro del propio Israel crecen las críticas. Organizaciones civiles y figuras políticas denuncian la estrategia militar como inhumana. “Estamos cometiendo un genocidio y no se puede hablar de eso en Israel”, advirtió Yael Noy, directora de Road to Recovery. La presión internacional y doméstica aumenta mientras la emergencia humanitaria en Gaza se vuelve cada vez más desesperante.